Juan Bosco
Las raíces del MJS tienen que ver con los primeros pasos de apostolado que hacía Juanito en su infancia, cuando con su incipiente experiencia de un oratorio festivo, comenzó a aprender a ser un animador y catequista entre sus compañeros.
Juan encontró en su hogar la presencia amorosa, exigente y providente de Dios Padre; creció interrelacionándose profundamente con un gran número de personas. Desde pequeño muestra una sensibilidad particular para el encuentro, la organización, la agrupación, con una inclinación natural a la amistad y a la sociabilidad. Estos dones los fue desarrollando con el tiempo hasta perfilar su original estilo de trabajo a favor de los jóvenes: partir de lo que les gusta y entretiene, para anunciarles con sencillez y profundidad el evangelio de Jesús.
En su adolescencia, aprende a distinguir los compañeros para buscar entre ellos el apoyo que necesita en la construcción de su propia personalidad. Para ayudar a los más desordenados fundó en Chieri el grupo juvenil de la Sociedad de la Alegría (1832).
Juan encontró en su hogar la presencia amorosa, exigente y providente de Dios Padre; creció interrelacionándose profundamente con un gran número de personas. Desde pequeño muestra una sensibilidad particular para el encuentro, la organización, la agrupación, con una inclinación natural a la amistad y a la sociabilidad. Estos dones los fue desarrollando con el tiempo hasta perfilar su original estilo de trabajo a favor de los jóvenes: partir de lo que les gusta y entretiene, para anunciarles con sencillez y profundidad el evangelio de Jesús.
En su adolescencia, aprende a distinguir los compañeros para buscar entre ellos el apoyo que necesita en la construcción de su propia personalidad. Para ayudar a los más desordenados fundó en Chieri el grupo juvenil de la Sociedad de la Alegría (1832).
2. Los inicios del Oratorio de Don Bosco en una corriente espiritual de caridad
Ya ordenado, Don Bosco vive en el “Convitto Eclesiástico” (1841 – 1844) para aprender a ser sacerdote. A sus 26 años de edad acompaña a su amigo y confesor, Don José Cafasso en una experiencia apostólica con los encarcelados; así Don Bosco se encuentra con la juventud pobre, callejera y en peligro de la ciudad de Turín .
Los inicios de la obra de Don Bosco están en conexión con otras instituciones como, por ejemplo, la Obra de la Mendicidad Instruida, que fundada en 1743, tenía desde 1833 una escuela femenina funcionando en los locales mismos del mismo Convitto); con la Compañía de San Pablo y de San Luis, que era entidades benéficas y educativas; con la Compañía de la Misericordia, dedicada a la pastoral carcelaria y la atención a los condenados a muerte. Estuvo también en relación con la red de escuelas y centros de prevención y reeducación fundados por la Marquesa Barolo, con el reciente Oratorio del Santo Ángel, creado en 1840 por el sacerdote Juan Cocchi en una zona de miseria y humedad en las riberas de los ríos Po y Dora.
En todas estas obras actuaba un laicado comprometido y Don Bosco, junto a los demás sacerdotes residentes en el Convitto, tuvieron posibilidades de compartir estas experiencias. Desde los inicios el Oratorio es animado por un movimiento de personas en progresiva articulación alrededor de su obra.
Los inicios de la obra de Don Bosco están en conexión con otras instituciones como, por ejemplo, la Obra de la Mendicidad Instruida, que fundada en 1743, tenía desde 1833 una escuela femenina funcionando en los locales mismos del mismo Convitto); con la Compañía de San Pablo y de San Luis, que era entidades benéficas y educativas; con la Compañía de la Misericordia, dedicada a la pastoral carcelaria y la atención a los condenados a muerte. Estuvo también en relación con la red de escuelas y centros de prevención y reeducación fundados por la Marquesa Barolo, con el reciente Oratorio del Santo Ángel, creado en 1840 por el sacerdote Juan Cocchi en una zona de miseria y humedad en las riberas de los ríos Po y Dora.
En todas estas obras actuaba un laicado comprometido y Don Bosco, junto a los demás sacerdotes residentes en el Convitto, tuvieron posibilidades de compartir estas experiencias. Desde los inicios el Oratorio es animado por un movimiento de personas en progresiva articulación alrededor de su obra.
Los inicios del MJS en América Latina

La gran inquietud de los animadores fue: “si nos sentíamos salesianos y salesianas, ¿qué podíamos hacer con esta vocación como laicos y laicas jóvenes?”. Con los cuidados pastorales del momento, con la sensibilidad eclesial que acompañaba la experiencia y con la prudencia necesaria, dadas las circunstancias políticas, se decidió impulsar ese entusiasmo de los monitores y monitoras jóvenes que querían continuar unidos y en el trabajo.
Se les invitó a formar grupos locales. Para ello ayudó mucho la opción por comunidades juveniles que había hecho la Pastoral Juvenil de los Salesianos en Chile.
De ese modo surgió desde los jóvenes laicos y sus asesores, la idea de hacer un Movimiento, conformado por grupos o comunidades juveniles, con sus asesores y la organización para su animación, con animadores y coordinadores, con un plan de formación para ahondar en la identidad carismática y en la espiritualidad, con un apostolado característico, una fuerte fraternidad y vinculación eclesial.
Y surgió así el Movimiento Juvenil Salesiano en Chile: con unas 10 comunidades iniciales de Colegios, Liceos de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora y la Parroquia Sagrada Familia, teniendo como origen el haber participado en la primera Colonia de Macul, y haber conocido y aceptado el espíritu salesiano en misión de servicio juvenil, vinculados a personas religiosas o sacerdotes salesianos.
El mes de Mayo de ese año 1974 viajó a Chile el Rector Mayor, don Luis Ricceri y en una asamblea con el MJS, los jóvenes le dijeron que ellos se reconocían como salesianos laicos pues se sentían identificados con la espiritualidad salesiana y con la misión salesiana.
Entre las iniciativas de formación que se daban al proyecto, el año 1975 fue invitado a Chile el P. Fernando Peraza para una experiencia de espiritualidad salesiana. El impacto de esa experiencia marcada en los jóvenes propulsó el incipiente movimiento nacido en Chile a otras naciones de América. El P. Peraza comenzó en Colombia y según sus planes de formación por el continente, fue socializándose y consolidando lo que había nacido en la familia salesiana de Chile. Para el año 1979, Don Egidio Viganó ofrecía a la Congregación una Carta en la que orientaba el nuevo impulso del asociacionismo en la pastoral salesiana .
Se les invitó a formar grupos locales. Para ello ayudó mucho la opción por comunidades juveniles que había hecho la Pastoral Juvenil de los Salesianos en Chile.
De ese modo surgió desde los jóvenes laicos y sus asesores, la idea de hacer un Movimiento, conformado por grupos o comunidades juveniles, con sus asesores y la organización para su animación, con animadores y coordinadores, con un plan de formación para ahondar en la identidad carismática y en la espiritualidad, con un apostolado característico, una fuerte fraternidad y vinculación eclesial.
Y surgió así el Movimiento Juvenil Salesiano en Chile: con unas 10 comunidades iniciales de Colegios, Liceos de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora y la Parroquia Sagrada Familia, teniendo como origen el haber participado en la primera Colonia de Macul, y haber conocido y aceptado el espíritu salesiano en misión de servicio juvenil, vinculados a personas religiosas o sacerdotes salesianos.
El mes de Mayo de ese año 1974 viajó a Chile el Rector Mayor, don Luis Ricceri y en una asamblea con el MJS, los jóvenes le dijeron que ellos se reconocían como salesianos laicos pues se sentían identificados con la espiritualidad salesiana y con la misión salesiana.
Entre las iniciativas de formación que se daban al proyecto, el año 1975 fue invitado a Chile el P. Fernando Peraza para una experiencia de espiritualidad salesiana. El impacto de esa experiencia marcada en los jóvenes propulsó el incipiente movimiento nacido en Chile a otras naciones de América. El P. Peraza comenzó en Colombia y según sus planes de formación por el continente, fue socializándose y consolidando lo que había nacido en la familia salesiana de Chile. Para el año 1979, Don Egidio Viganó ofrecía a la Congregación una Carta en la que orientaba el nuevo impulso del asociacionismo en la pastoral salesiana .
Fuente: http://mjs.org.br/es/

